dilluns, 24 de setembre del 2018

Copa de su excelencia el Generalísimo

Memoria histórica. El F.C. Barcelona deberá suprimir todos los trofeos de Copa de su excelencia el Generalísimo que ostentan en su vitrina.
La Vanguardia, 8 de mayo de 1966

Memoria histórica. El F.C. Barcelona deberá suprimir todos los trofeos de Copa del Generalísimo que ostentan en su vitrina. La Vanguardia, 8 de mayo de 1966


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En el estadio azulgrana, el Barcelona se enfrentará, a las siete y media de esta tarde, al Elche SABADELL Y ZARAGOZA, TAMBIÉN EN CUARTOS DE FINAL, EN EL CAMPO DE LA CREU ALTA ENTRE LOS GRANDES Ninguna aportación a un plan serio Si partidos como el que acaban de disputar dieciséis posibles internacionales españoles y el equipo alemán Meydericher se jugasen a puerta cerrada, como un procedimiento para observar el seleccionador determinados aspectos de nuestros seleccionables ante el gran compromiso del Mundial 1966, nadie tendría nada que oponer ni se daría lugar a un espectáculo penoso. Ciertamente, no es satisfactorio ver cómo es protestada y silbada la actuación de unos hombres que pueden estar llamados a vestir los colores nacionales futbolísticos, aunque se comprenda que el rendimiento que estaba dando en aquella ocasión justificaba las manifestaciones de desagrado por parte de unos espectadores que habían acudido a presenciar un partido de fútbol y, puesto que era público y con taquilla, no podían aceptarlo como el ensayo de una función de circo. Nadie comprende a qué responde esa gira de equipos con características locales o regionales, porque es evidente que absolutamente nada puede aportar a un plan de preparación que considere en serio la necesidad de hacer un equipo nacional para un campeonato del mundo. En espera de la anunciada cuarentena La impresión que queda detrás del pasado de esos partidos es que se trata de hacer algo que justifique lo que no se ha hecho durante cuatro años para llegar a la formación de un equipo como el que se necesita para ir al Mundial con la tranquilidad de conciencia de haber hecho todo lo posible para no tener que recurrir a razones extradeportivas para explicar un posible fracaso. El fútbol español ha estado muy distraído, primero con la Copa de Europa de selecciones nacionales, cuyo éxito sirvió para echar una siesta ¿obre los laureles, y después con la incierta y prolongada eliminatoria con Irlanda, para poder concentrarse en los problemas de la preparación ante el Mundial, y hoy, cuando todos los equipos con ambiciones están lanzados desde hace tiempo a una afanosa labor y han confeccionado un calendario de partidos de entrenamiento, nosotros seguimos especulando con los famosos cuarenta días de concentración en Galicia (una especie, pues, de cuarentena) y con la intervención de Santiago, para acudir en el último minuto a Inglaterra con el bagaje de urgencia de siempre en casos similares. Después, todo será posible. Por el momento, ésta es la realidad Ni el Meydericher fue más que un equipo entrenador ni el conjunto nacional que se le enfrentó, otra cosa que una fantasía española, pero en todo caso el fracaso de aquella especie de selección, una de tantas que pueden hacerse con once o dieciséis jugadores españoles, ha puesto de relieve una realidad. Y ésta es que, en estos momentos, cuando solamente faltan dos meses, no tenemos —no tienen nuestros técnicos— la más ligera idea de cuál puede ser la selección española que nos represente en Inglaterra. Todo lo más existen treinta o cuarenta nombres en penosa ebullición, pendientes de que, en el último instante, la apariencia de una mejor forma momentánea decida su elección definitiva. Esto quiere decir que no se conocen las posibilidades de cada jugador, que no se tiene confianza en ninguno de ellos y, lo que es peor, que como siempre se dependerá de lo que se tenga a mano para improvisar un sistema de juego. Han transcurrido cuatro años desde el último campeonato del mundo' y todas las promesas hechas entonces para el próximo han quedado incumplidas. Esta es, por ahora, la única realidad cuando el Mundial 1966 está llamando a la puerta... Santiago GARCÍA Vuelta aérea a España CRONOMETRAJE RELOJ DUWARD José Pérez de Lucía, del Aero Club BarceSona-Sabadell, se mantiene en el primer lugar de la clasificación Málaga. (Del enviado especial dé Alfil.) — Llevamos recorridas nueve etapas déla Vuelta Aérea a España, y volados 2.500 kilómetros'. Salimos al mar por Alicante, en la primera etapa, y hemos vuelto a él, por Málaga, después dé sobrevolar las costas de Levante, Cataluña, todo el Norte y las regiones de Poniente. De la niebla de Reus pasamos al frío de León, donde se registró la mínima peninsular, con tres grados bajo cero, aparte del fuerte viento de hasta 25 nudos, cuya intensidad no nos ha abandonado, pues al tomar tierra en El Rompedizo soplaba con los mismos va ¡ores. Capotó una avioneta Este fuerte viento fue la causa, al parecer, de un accidente ocurrido a una de las avionetas, la número 41, del Aero Club de Sari Sebastián, tripulada por los señores Elías Eguiburen y Juan Marichalar. Después de haber pasado por uno de los controles de llegada, y mientras hacía tráfico a la espera de tomar tierra, el avión cayó al suelo en la finca «Él Romeral», del término de Alhaurín dé la Torre, a veintisiete kilómetros de Málaga. Los pilotos fueron, trasladados inmediatamente a una clínica de Málaga, donde han quedado hospitalizados. El primero sufre contusiones frontales y heridas en diversas partes del cuerpo, y el, otro, conmoción cerebral de pronóstico reservado. El avión ha quedado completamente destrozado. Huyendo de las turbulencias Desde Salamanca a Badajoz, etapa de regularidad con localización del punto delta, que los pilotos localizaron en el Aero Club de Cáceres. A las dos y media de la tarde, al aire otra vez, para la etapa Badajoz - Máiaga, de regularidad, con paso obligado por el campo del Aero Club de Sevilla. Hemos volado alto, con lo que nos hemos librado de los incómodos botes originados por las turbulencias, y hemos tomado tierra en Málaga hora y media más tarde. Aterrizaje forzoso Almería. — Una avioneta militar, participante en la Vuelta Aérea a España, tripulada por el capitán del Ejército del Aire señor Guruñuelos y el teniente señor Salafranca, del mismo Ejército, se vio obligada a efectuar un aterrizaje forzoso, al quedarse sin aceite. Los dos tripulante? resultaron indemnes y la avioneta no sufrió daño alguno. Mejoran los accidentados Los pilotos señores Eguiburen y Marichalar, que sufrieron un accidente del que resultaron con lesiones que fueron calificadas de pronóstico reservado, se encuentran muy mejorados. — Alfil. Clasificación final Madrid, 7. (Urgente.) — Los resultados finales después de la llegada a Cuatro /lentos son los siguientes en los seis primeros puestos: 1.° José Pérez de Lucia y José Gregorio Jam, del Aeroclub Barcelona Sabadell, con 142 puntos. 2.° Ángel Campoy y Alfonso Otero, del Aeroclub de Santiago de Compostela, Cor 159 puntos. :° Ricardo Villar y Eduardo Rosado, del Aeroclub de Málaga, con 227 puntos. 4.° Evaristo Canto y José Ibáñez, del Aeroclub de Valencia, con 256 puntos. 5.° Alfonso del Río y Fernando Touchar, de la Base de Reactores de Talavera la Real, con 295 puntos. . * 6.° Manuel Navarro y Tomás Castaño, del Aeropuerto de Castellón, con 335 puntos. Hasta 32 avionetas clasificadas. Atlético de Madrid, Real Madrid, Barcelona, Zaragoza, Atlético de Bilbao y Elche, es decir, los seis primeros clasificados en el Campeonato de Liga, han llegado a los cuartos de final de Copa, ratificando su buena campaña anterior. Con ellos, dos de los más modestos: El Sabadell, todavía por decidir su permanencia en Primera División y el Betis, ya en la categoría inferior. Ambos han alcanzado esta fase de elegidos en la Copa como reacción a una deficiente campaña y poniendo de manifiesto, asimismo, la gran dosis de mala suerte tenida en la competición de la regularidad. BARCELONA•ELCHE Como punto de referencia tenemos el empate conseguido por los ilicitanos en el campeonato anterior, y en el mismo terreno azulgrana. Entonces el resultado frustró la marcha del Barcelona en pos del éxito final que tan a su alcance tuvo. Ahcra, con aquella experiencia, los azulgranas no dejarán resquicio para que se cuele la sorpresa y a buen seguro lucharán con el ahínco preciso poniendo en franquicia el desenlace de la eliminatoria. Este es partido de grandes alicientes y, con mucha probabilidad, de buen fútbol. El equipo revelación, de juego algre e incisivo, ante este Barcelona compacto, de estimable, nivel técnico puede ofrecer un encuentro de innegable interés.

Evolución del catalanista según Darwin

Evolución del catalanista según Darwin

Evolución del catalanista según Darwin

JORNADA SEGONA. NOVELA QUINTA.

A Andreuccio de Perusa, Perugia, arribat a Nápoles a comprá caballs, li passen en una nit tres graves calamidats, y salvánse de totes, torne a casa en un rubí.

Les pedres pressioses trobades per Landolfo - va escomensá Fiameta, a qui li tocabe novelá - me han portat a la memória una história que no conté menos perills que la narrada per Laureta, pero es diferén en que aquells potsé en uns cuans añs y estos en una nit van passá, com sentiréu.
Va ñabé, segóns hay sentit, a Perusa, un jove de nom Andreuccio de Prieto, tratán de caballs y bésties de cárrega, que habén sentit que a Nápoles se compraben caballs a bon preu, embutínse a la bossa singséns floríns de or, no habén may eixit de la seua terra, en atres mercadés allá que sen va aná; aon, arribat un domenge al tardet y informat per lo seu messoné, al matí siguién va baixá al mercat, y mols ne va vore y mols li van agradá y va entrá en trates sobre mols, pero no podén dessidís per un, per a mostrá que a comprá habíe anat, com bruto y poc prudén, moltes vegades en presénsia de los que anabe y de qui veníe va traure la bossa aon teníe los floríns. Y están en estos trates, habén mostrat la seua bossa, va passá que una jove siciliana bellíssima, pero disposada per poc preu a contentá a consevol home, sense que ell la veiguere va passá prop de ell y va vore la bossa, y se va di:
- ¿Quí estaríe milló que yo si estos dinés foren meus? - y va seguí cap abán. Y estabe en esta jove una agüela tamé siciliana que al vore a Andreuccio va córre a abrassál; lo que veén la jove, sense di res, la va esperá apartadeta.

Andreuccio giránse cap a la vella la va conéixe y li va fé grans festes prometénli ella vindre a la seua fonda, y sense quedás allí mes rato, sen va aná, y Andreuccio va torná als seus trates; pero no va comprá res pel matí. La jove, que primé la bossa de Andreuccio y después la familiaridat de la agüela en ell habíe vist, per probá si ñabíe un modo de que ella puguere fes en aquells dinés, o tots o en part, li va escomensá a preguntá quí ere ell y de aón, y qué fée aquí y cóm ere que lo coneixíe. Y ella, en tot detalle los assuntos de Andreuccio li va contá, en poca diferénsia de com u haguere explicat ell mateix. Ella habíe estat mol tems a Sicilia en lo pare de éste y después a Perusa, y tamé li va contá aón dormiríe y per qué habíe vingut.
La jove, informada del linaje de ell y dels noms, en malíssia, va tramá lo seu plan; y, giránse cap a casa, va doná a la agüela faena per a tot lo día per a que no puguere torná a vore a Andreuccio; y agarrán a una criadeta seua a qui li habíe enseñat mol be tals servíssis, casi de nit la va enviá a la fonda aon Andreuccio estabe. Y arribada allí lo va trobá sol a la porta, y li va preguntá per Andreuccio; a lo que, diénli ell que ere ell mateix, ella, portánlo apart, li va di:
- Siñó meu, una noble dama de esta terra, si tos apetiguere, voldríe parlá en vosté. Y ell, al sentíla, consideránse un bon mosso, va pensá que aquella dama debíe está enamorada de ell, com si datre milló mosso que ell no se trobare entonses a Nápoles, y va contestá que estabe disposat y li va preguntá aón y cuán aquella dama volíe parláli. A lo que la criadeta va contestá:
- Siñó, cuan tos vaigue be, tos espere a casa seua.
Andreuccio, sense avisá als de la fonda, va di:

- Pos aném, ves dabán; yo aniré detrás de tú.

La criadeta a casa de aquella lo va portá. Vivíe a un barri de nom Malpertuggio, que lo seu nom ya díe lo bon barri que ere (de mal en pijó). Pero ell, com no u sabíe ni u sospechabe, creén que anabe a un honestíssim puesto y a vore a una Siñora honrada, sense precaussións, en la criadeta dabán, va entrá a la casa; y al pujá per los escalóns, habén ya la criadeta a la seua Siñora cridat y dit:

«¡Aquí está Andreuccio!», la va vore a dal de la escala assomás y esperál. Ella ere encara bastán jove, alta de estatura y en una cara hermossíssima, vestida y adornada honradamen. Y al aproximás o arrimás an ella Andreuccio, va baixá tres grasóns a trobál en los brassos uberts y aviánseli al coll un rato lo va está abrassán sense di res, com si una invensible ternura li impediguere féu; después, derramán llágrimes li va besá al fron, y en veu una mica esgarrada li va di:

- ¡Oh, Andreuccio meu, benvingut!

Éste, maravillánse de les caríssies tan téndres, tot parat va contestá:

- ¡Siñora, ben trobada sigáu!

Ella, después, agarránlo de la má lo va portá a baix al salón y desde allí, sense di res mes, en ell va entrá a la seua cámara, que estabe plena de roses, flos de azahar y atres flos y fée mol bona auló, y allí va vore un bellíssim llit encortinat y moltes robes penjades de les vigues de fusta o llumeres segóns la costum de allí, y atres adornos (arreos) mol majos y rics; per estes coses, com ere inexperto, va creure que ella ere lo menos una gran Siñora. Y sentánse damún de un arca que estabe al peu del llit, aixina va escomensá a parláli:

- Andreuccio, estic segura de que te maravilles de les caríssies que te fach y de les meues llágrimes, perque no me conéixes, pero pronte sentirás algo que potsé te faigue maravillát mes, com es que yo soc tan germana; y te dic que, ya que Déu me ha fet una grássia tan gran que abáns de la meua mort hayga vist an algún dels meus germáns, encara que voldría vóretos a tots, me moriré consolada.

Pietro, pare meu y teu, com crec que ya sabrás, va viure mol tems a Palermo, y per la seua bondat y agrado va sé y encara es volgut allí; pero entre atres que mol lo van vóldre, ma mare, que va sé una dona noble y entonses ere viuda, va sé qui mes lo va volé, tan, que apartán la temó a son pare, a sons germáns y al seu honor, se va familiarisá en ell tan que vach náixe yo, y estic aquí, com me veus. Después, arribada la ocasió a Pietro de anássen de Palermo y torná a Perusa, a mi, sén mol chiqueta, me va dixá en ma mare, y may mes, pel que yo sé, ni de mí ni de ella sen va enrecordá: pel que yo, si mon pare no fore, mol lo reprobaría, tenín en cuenta la ingratitut seua cap a ma mare, y tamé l´amor que a mí, com a filla seua no naixcuda de criada ni de vil dona, debíe tíndrem; y que ella, sense sabé quí ere ell, moguda per lo fidelíssim amor va ficá les seues coses y an ella mateixa a les seues máns. Les coses mal fetes y passades són mes fássils de criticá que de arreglá; pero aixina van sé les coses, sin embargo.

Ell me va dixá a Palermo sén chiqueta, aon ma mare, que ere mol rica, me va doná per dona a un de Agrigento, gentilhome y honrat, que per amor de ma mare y de mí va vindre a viure a Palermo; y va escomensá a consertá algún trate en lo nostre Rey Carlos. Aixó, sabut pel rey Federico, abáns de que pugueren portás a bon terme, va sé motiu de fel fugí de Sicilia cuan yo esperaba sé la mes gran Siñora que ñaguere an aquella isla. Agarrades les poques coses que van pugué péndre (dic poques en comparassió a les que teníem), abandonades les terres y los palaus, aquí mos vam refugiá, aon lo rey Carlos, reparats en part los mals que per nell habíem ressibit, mos va doná possesións y cases, y encara li done a ton cuñat bones gratificassións o propines, tal com podrás vore: y de esta manera estic aquí aon yo, per la bona grássia de Déu y no teua, dols germá meu, te vech. Y dit aixina, va escomensá a abrassál un atra vegada, y un atra vegada plorán en tendresa, li va besá lo fron. Andreuccio, sentín esta fábula tan ordenada y contada per aquella a la que en cap momén se li acababen les paraules entre les dens ni se li movíe la llengua, enrecordánse que ere verdat que son pare habíe estat a Palermo, y sabén de les costums dels joves, que de bon agrado amen a la juventut, y veén les téndres llágrimes, lo abrassál y lo besál, va tindre alló que ésta diebe per mes que verdadé. Y cuan ella va callá, li va contestá:

- Siñora, no tos té que paréixe gran cosa que me maravilla; perque en verdat, mon pare no va parlá may de la vostra mare y de vos, y si va parlá de alló al meu coneiximén no ha vingut, yo tenía tal coneiximén de vos com si no haguéreu existit; y me es mol agradable habé trobat aquí a man germana, mes encara perque estic sol aquí y no u esperaba. Pero una cosa vull que me expliquéu: ¿cóm vau sabé que yo estaba aquí?

A lo que va contestá ella:

- Este matí me u ha fet sabé una pobre dona que mol me visite perque en lo nostre pare, pel que ella me diu, mol tems a Palermo y a Perusa va está. Me ha paregut mes honesto que tú vinguéres a casa meua que yo aniguéra a la fonda.
 -
Después de estes paraules, va escomensá ella a preguntá sobre tots los paréns, pel seu nom; y sobre tots li va contestá Andreuccio, creénse mes encara lo que menos li conveníe creure. Habén sigut la conversa llarga y la caló gran, va fé ella serví vi de Grecia y dolsos y va doná de beure a Andreuccio. Después de aixó, volénsen aná perque ya ere hora de sopá, de cap manera lo va dixá ella, va ficá semblán de enfadás mol, y abrassánlo li va di:

- ¡Ay, triste de mí!, qué cla vech que te soc poc volguda. ¿cóm penses que están en una germana teua may vista per tú, y a casa seua, aon al vindre aquí teníes que habét quedat a dormí, y vols anáten a sopá a la fonda? Soparás en mí: y encara que lo meu home no estigue aquí, que mol me apene, yo sabré be, com a dona, fet los honors. A lo que Andreuccio, no sabén qué contestá, va di:

- Vos me sou volguda com té que séu una germana, pero si no men vach me esperarán tota la nit per a sopá y faré una canallada.
Y ella entonses va di:
- Alabat sigue Déu, ¿no ting yo a casa a qui enviá per a avisá que no te esperon? Y encara faríes mes gran cortessía si los diguéres als teus compañs que vinguéren a sopá, y después, si vols anáten, ton podríeu aná tots en compañía.

Andreuccio va contestá que del seus compañs no volíe res per aquella nit, pero que ell se quedaríe. Ella entonses va fé vore que enviábe a di a la fonda que no lo esperaren per a sopá; y después de mols atres raonaméns, sentánse a sopá y espléndidamen servits de mols manjars, van está a la taula hasta la nit tancada: y habénse eixecat de la taula, y Andreuccio volénsen aná, ella va di que “ni hablar” perque Nápoles no ere una siudat per a aná pel carré de nit, y menos un forasté, y que lo criat que habíe enviat a di que no lo esperaren a sopá, tamé habíe avisat als de la fonda. Creénse aixó, engañat per la falsa confiansa, se va quedá. Va sé después del sopá la conversa mol llarga, y habén ya passat part de la nit, ella, dixán a Andreuccio dormí a la seua alcoba en un mosset que li ajudare si nessessitabe algo, en les seues dones sen va aná a un atra cámara. Fée molta caló; per lo que Andreuccio, al vore que se quedabe sol, se va quedá en poca roba y se va traure les calsesy les va ficá al capsal del llit; y sénli menesté la natural costum de tindre que evacuá lo ventre, li va preguntá al mosset aón se fée alló. Ell li va siñalá a un raconet de la alcoba una porta, y li va di:

- Ahí dins. -
Andreuccio va entrá y va ficá lo peu damún de un tauló que se va desclavá de la viga de la part contraria a la que estabe, va volcá, y ell va caure cap a baix: y tan lo va vóldre Déu que cap mal se va fé a la caiguda, y aixó que ñabíe bastanta eixecada; pero en la brutíssia y gorrinada del puesto aon va aterrissá se va embrutá. Este puesto, per a que milló entengáu lo que se ha dit y lo que seguix, tos diré cóm ere:

Ere un callejón o callizo estret com moltes vegades u veém entre dos cases: damún de dos travessés minuts, que anaben de una casa a l’atra, se habíen clavat algunes taules o taulóns y colocat lo assiento del trono. Trobánse, pos, allá baix al carreret Andreuccio, queixánse de la caiguda y del susto, va escomensá a cridá al mosset: pero lo sagal, al sentíl caure ya habíe anat a díu a la Siñora, que, corrén a la seua alcoba, va mirá si les seues robes estaben allí y les va trobá, y an elles los dinés que per sempre portabe damún. Ella, de Palermo, fen vore que ere la germana de un perusino, li habíe parat la trampa aon habíe caigut y no se va preocupá de ell, va aná a tancá la porta per la que ell habíe eixit de cara al váter.
Andreuccio, com no li contestabe lo mosset, va escomensá a cridá mes fort, pero no li va valé de res. Sospechán y massa tart acatánsen del engañ, va pujá per una paredeta baixa que aquella carrereta separabe del carré y va baixá al carré, va trobá la porta de la casa, que mol be va reconéixe, y allí va cridá mol tems, y mol la va sacsá, y va pegá patades, y puñades, tot en vano. Plorán perque ya vee clara la seua desventura, va escomensá a dis:
- ¡Ay de mí!, ¡en poc tems hay perdut singséns floríns y una germana! Y después de moltes atres paraules, va torná a escomensá a fótre cops a la porta y a cridá; y tan fort cridabe que mols dels veíns de la roglada se van despertá, y com no podíen aguantá esta tabalina, se van eixecá, y una de les doméstiques de la dona, que encara estabe mich adormida, assománse a la finestra, va di:
- ¿Quí está fotén tans cops?

- ¡Oh! - va di Andreuccio- , ¿no me coneixes? Soc Andreuccio, germá de la Siñora Flordelís. A lo que ella va contestá:

- Bon home, si has begut massa ves a dormí la mona y torna pel matí; no sé quin Andreuccio ni qué burles són estes que dius. Vésten, au, cóla y díxamos dormí

- ¿Cóm? - va di Andreuccio- , ¿no saps lo que dic? Sí que u saps, y ben be; pero si aixina són les parentéles a Sicilia, que en tan poc tems se olviden, tórnam al menos la roba que me hay dixat ahí dal, y men aniré en Déu de bona gana.
A lo que ella, casi enriénsen, va di:
- Bon home, me pareix que estás ensomián.

Y lo di aixó y embutís cap a dins y tancá la finestra va sé tot a un tems. La gran rábia de Andreuccio, ya seguríssim del engañ, mes la pena va está a pun de convertís en ira, y per la forsa se va proposá reclamá alló que en les paraules no podíe recuperá, pel que, per a escomensá, agarrán una gran pedra, en cops mol mes grans que abáns, va escomensá a fótreli a la porta, que retronabe. Mols dels veíns abáns despertats y eixecats, creén que ere algún pesat y corcó que fingíe per a molestá an aquella bona dona, fastidiats per la sorollina que armabe, assomats a les finestres, com a un gos forasté tots los del barri li lládren, van escomensá a cridá:
- Es de pocavergoñes y sanguangos vindre an estes hores a casa de les bones dones a burlás; ¡Au!, vésten en Déu, bon home; díxamos dormí, y si algo tens que tratá en ella torna demá y no mos dónos este fastidio de nit.
Un bachillé sense bachillerat que ñabíe dins de la casa de la bona dona, y a qui ell no habíe vist ni sentit, se va assomá a la finestra y en una gran veu grossa, horrible y fiera va di:

- ¿Quí está ahí baix?

Andreuccio, eixecán lo cap an aquella veu, va vore al que pareixíe un peix gros, en una barba negra y espessa a la cara, y com si del llit o de un fondo somni se eixecare, badallabe y se refregabe los ulls. A lo que ell, no sense temó, va contestá: - Yo soc un germá de la Siñora de ahí dins.
Pero aquell no va esperá a que Andreuccio acabare la resposta sino que, encara mes fort que abáns, va di:

- ¡No sé qué me frene de baixá y fótret gayatades o brancades mentres veiga que encara te mous, burro, borracho que tens que sé, que esta nit no mos dixarás dormí! Y entornánsen cap a dins, va tancá la finestra. Algúns dels veíns, que milló sabíen la condissió de aquell, en veu baixa li díen a Andreuccio:
- Per Déu, bon home, ves en Déu; no vullgues que esta nit te mato éste; vésten pel teu be. Andreuccio, espantat de la veu de aquell y de la pinta, y espentat per los consells de aquells, que li pareixíe que parlaben moguts per la caridat, tan apenat com may va pugué estáu dingú y desesperán de recuperá los seus dinés y la roba, per aon de día habíe seguit a la criadeta, sense sabé aón aná, va agarrá lo camí de tornada a la fonda.
Y ofenénli an ell mateix la corrompina que de ell mateix li arribabe, va aná cap al mar per a rentás, va tórse a má esquerra y va aná baixán per una carrera que se díe la Ruga Catalana (arruga); y después, caminán cap amún, va vore que veníen cap an ell dos persones en una llinterna a la má. Tenín temó de que foren de la guardia de la corte o atres homes disposats a fé lo mal, per a esquiváls, a una casota que va vore prop, cautamen se va amagá. Pero estos, com si an aquell mateix puesto hagueren sigut enviats, dixán an terra algunes ferramentes que portaben, van escomensá a miráles, parlán de varies coses sobre elles. Y mentres parlaben va di un:
- ¿Qué vol di aixó? Noto la pudina mes gran que may m´ha paregut aulorá. Y dit aixó, alsán una mica la llinterna, van vore al desdichat de Andreuccio y van preguntá:

- ¿Quí ña ahí?
Andreuccio callabe; pero ells, arrimánse en la llum, li van preguntá qué cosa tan asquerosa estabe fen allí. Andreuccio los va contá tot lo que li habíe passat. Ells, imaginánse aón li podíe habé passat alló, se van di:

- Segú que a casa del matón de Buottafuoco (bota foc) li ha passat aixó. Y giránse cap an ell, li va di un:
- Bon home, encara que haigues perdut los teus dinés, tens que doná moltes grássies a Déu de que haigues caigut y no haigues pogut torná a entrá a la casa; perque, si no hagueres caigut, estígues segú de que, una vegada adormit, te hauríen matat y hauríes perdut la vida en los dinés. ¿Pero de qué val ya lamentás? No podríes recuperá los dinés com que ñan estrelles al sel: y encara podríen assessinát si aquell sen que dius una paraula de tot aixó.
Y dit aixó, parlán entre ells un momén, li van di:

- Mira, mos has fet compassió, y per naixó, si vols vindre en natros a fé una cosa que aném a fé, la part que te toco sirá de mes valor del que has perdut.
Andreuccio, com estabe desesperat, va contestá que sí. Habíe sigut sepultat aquell día lo arzobispo de Nápoles, de nom micer Filippo Minútolo, y habíe sigut enterrat en riquíssims adornos y joyes, y en un rubí que valíe mes de singséns floríns de or, y estos volíen aná a robá; y aixina lay van di a Andreuccio, que en mes codíssia que ben aconsellat, en ells sen va aná. Y caminán cap a la iglesia majó, com Andreuccio putíe mes que una putput refregada a un femé, va di un:

- ¿No podríem trobá lo modo de que éste se rentare una mica, per a que no putixque tan?
Va di l´atre:

- Sí, estém prop del pou de Torubio, aon sempre sol ñabé una polea y una galleta o cubo; aném cap allá y lo rentarém en un santiamén.
Una vegada al pou, van trobá sol la maroma, se habíen emportat lo cubo; pel que juns van pensá lligál en la corda y baixál al pou, y que ell allí baix se rentare, y cuan estiguere llimpio estirare de la soga y ells lo pujaríen; y aixina u van fé. Va passá que, habénlo baixat al pou, algúns dels guardies de la siñoría (o pel caló o perque habíen corregut detrás de algú) tenín sed, an aquell pou van vindre a beure; y al vórels estos dos rápidamen van colá cametes ajudéume, sense acatássen los guardies que veníen a abeurás.
Y están al fondo del pou Andreuccio ya rentat, va menejá la corda. Ells, en sed, dixán a enterra los seus escuts, les armes y les túniques, van escomensá a estirá de la corda, creén que estabe penjat an ella lo cubo ple de aigua. Cuan Andreuccio se va vore prop del brocal del pou, soltán la maroma, en les máns se va agarrá a la vora. Veén aixó aquells dos, espantats, van afluixá la soga y van fugí lo mes rápit que van pugué. Andreuccio se va maravillá mol, y si no se haguere aguantat be, hauríe caigut un atra vegada al fondo, no sense gran mal o inclús la mort. Pero va eixí de allí y va trobá les armes que sabíe que los seus compañs no habíen portat, y encara mes se va extrañá.
Pero en temó y sense sabé qué fé, lamentánse de la seua fortuna, sense tocá res, va dessidí anássen; y caminabe sense sabé cap aón. Bambán aixina, se va topetá en los dos compañs, que veníen a tráurel del pou; y, al vórel, maravillánse mol, li van preguntá quí lo habíe tret del pou. Andreuccio va contestá que no u sabíe y los va contá lo que habíe passat y lo que habíe trobat fora del pou. Ells, donánsen cuenta de quí habíe sigut, rién li van contá per qué habíen colat y quí eren aquells que lo habíen tret. Y sense mes paraules, sén ya mijanit, sen van aná a la iglesia, y an ella van entrá mol fássilmen, y van aná al sepulcro, que ere de mármol y grandiós; y en un ferro que portaben van eixecá la llosa, que pesabe mol, només lo nessessari per a que un home puguere entrá a dins, y la van apuntalá. Y fet aixó, va di un:
- ¿Quí entrará a dins?

A lo que l´atre va contestá:

- Yo no.

- Ni yo - va di aquell- , que entro Andreuccio.

- Aixó no u faré yo - va di Andreuccio.

- ¿Cóm que no entrarás? A fe de Déu, si no entres te fotrém blau en un de estos ferros hasta que te veigám caure mort.
Andreuccio, acollonit, va entrá, y mentres entrabe va pensá:

«Estos me fan entrá per a engañám perque cuan los u hayga donat tot, mentres estiga tratán de eixí de la sepultura sen anirán als seus assuntos y me quedaré sense res». Y per naixó va pensá quedás en la seua part; y enrecordánsen del pressiós anell del que los habíe sentit parlá, cuan ya habíe baixat lay va traure del dit al arzobispo y sel va ficá ell; y después, donánlos lo báculo y la mitra y los guáns, y traénli hasta la camisa, tot los u va doná, dién que no ñabíe res mes. Ells, afirmán que teníe que está lo anell, li van di que buscare per tot arreu; pero ell, contestán que no lo trobabe y fen vore que lo buscae, los va tindre esperán un rato. Ells que, per un atra part, eren tan malissiosos com ell, diénli que continuare buscán be, al momén adecuat, van traure lo puntal que aguantabe la llosa y van fugí, dixánlo an ell a dins del sepulcro, com un tort a una lloseta. La angustia de Andreuccio consevol se la pot imaginá. Va probá moltes vegades en lo cap y en los muscles a vore si podíe alsá la llosa, pero se cansabe en vano. Vensut, va pédre lo coneiximén y va caure damún del arzobispo; y qui u haguere vist entonses mal haguere sabut quí estabe mes mort, lo arzobispo o ell. Pero cuan va torná a espabilás, va escomensá a plorá sense consol, veén que o moriríe allí si no veníe dingú a obrí, de fam y de pudina entre los cucs del mort, o si veníe algú y lo trobabe a dins, lo penjaríen per lladre. Y en estos pensaméns y están mol acollonit, va sentí per la iglesia que caminabe y parlabe molta gen, que anabe a fé lo que ell en los seus compañs ya habíen fet.

Cuan aquells van obrí y apuntalá lo sepulcro, van discutí quí teníe que entrá, y cap u volíe fé; pero después de una llarga disputa un móssen va di:

- ¿Quina temó teniu? ¿creéu que to se minjará? Los morts no se mingen als homes; yo entraré dins.

Y dit aixó, va ficá lo pit damún de la vora del sepulcro, va girá lo cap a fora y va ficá a dins les cames per a dixás caure al fondo.
Andreuccio, veén aixó, ficánse de peu, va agarrá al móssen de una cama y va fé vore que lo estirabe cap a baix. Lo móssen va fotre un crit tremendo y rápidamen se va aviá fora del arca: espantats tots los atres, dixán lo sepulcro ubert, se van doná a la fuga com si foren perseguits per sen mil dimonis. Andreuccio, mol alegre, va eixí fora y per aon habíe vingut sen va aná de la iglesia.

Aproximánse ya lo día, en aquell anell al dit, va arribá al mar y desde allí se va adressá a la seua fonda, aon va trobá als seus compañs y al messoné, que habíen estat tota la nit preocupats pel que haguere pogut passáli. Los va contá lo que li habíe passat, y lo messoné li va di que teníe que anássen de Nápoles per seguridat; aixina u va fé y sen va entorná a Perusa, habén invertit los seus dinés en un anell cuan a lo que hi habíe anat ere a comprá caballs.


SEXTA