divendres, 3 de maig del 2019

LOS CASPOLINOS, EN LA BATALLA DE ALCORAZ


2.37. LOS CASPOLINOS, EN LA BATALLA DE ALCORAZ (SIGLO XI. CASPE)

El escenario es el asedio de la plaza fuerte de Huesca. Cuando Pedro I, rey de Aragón —ayudado, entre otros, por caballeros del otro lado de los Pirineos y navarros—, se enfrentó en la batalla final a la potente coalición musulmana (incluida una importante colaboración cristiana castellana) que defendía la plaza de Huesca, el monarca aragonés contó también con una aportación no muy numerosa pero sí selecta y aguerrida de cristianos llegados de Caspe, que se hicieron notar de manera ostensible por su valor en la jornada memorable del veinticinco de noviembre.
Sabido es que esta batalla definitiva sobre la plaza oscense se libró en la planicie de Alcoraz, despoblado cercano a la ciudad, y todo el mundo conoce, asimismo, la decisiva intervención que en la confrontación bélica tuvo el caballero san Jorge, llegado aquel mismo día tras haber participado activamente en la batalla de Antioquía, en Oriente.
La realidad es que buena parte de las tropas agarenas, ante el pésimo cariz que iba tomando poco a poco la cruenta pelea, emprendió la huida precipitada y desordenada hacia Sarakusta tratando de evitar la muerte, mientras la ciudad oscense se veía obligada a rendirse. El extenso campo de batalla de Alcorazpresentaba un aspecto desolador pues quedó totalmente sembrado de hombres heridos, mutilados y cuerpos sin vida. Entre estos últimos, se pudieron contar los cadáveres de cuatro reyes moros, tres de los cuales fueron hallados precisamente en el terreno que habían defendido con arrojo y valentía sin igual los caballeros caspolinos.

tres de dichas cabezas en el que sería escudo de la villa caspolina
cuatro cabezas de moros, escudo, Aragón
Aquel hecho singular dio lugar a una doble decisión de enorme simbología. Por una parte, a la incorporación de cuatro cabezas de moros en uno de los cuatro cuarteles que conforman el escudo de Aragón, y, por otra, por decisión del propio rey aragonés, Pedro I, de tres de dichas cabezas en el que sería escudo de la villa caspolina.

[R.L., «Los Anales de Caspe, por Valimaña», BHGBA, III-IV (1909), pág. 64. Salas Pérez, Antonio, Caspe y la historia del Compromiso. Caspe. (2º ed.), 49-50.]

Salas Pérez, Antonio, Caspe y la historia del Compromiso.
Vicente Ferrer, compromiso de Caspe



https://dialnet.unirioja.es/servlet/libro?codigo=558939

Compromiso de Caspe

http://www.bajoaragonesa.org/elagitador/breve-historia-de-un-compromiso-que-esta-muy-de-moda/

https://blog.eldique.es/images/pdf/Libro-digital.pdf

http://www.cervantesvirtual.com/bib/historia/monarquia/casp.shtml

https://www.academia.edu/5222592/_La_baja_nobleza_aragonesa_despu%C3%A9s_del_Compromiso_de_Caspe_movilidad_social_y_estrategias_pol%C3%ADticas_1412-1436_El_Compromiso_de_Caspe_1412_cambios_din%C3%A1sticos_y_constitucionalismo_en_la_Corona_de_Arag%C3%B3n_XIX_CHCA_Iber_Caja_Zaragoza_2013_pp._432-442

Ayuntamiento de Caspe


UN DETALLE DEL ÚLTIMO ASEDIO DE HUESCA, 1096


2.35. UN DETALLE DEL ÚLTIMO ASEDIO DE HUESCA (1096) (SIGLO XI. HUESCA)

Es el 12 de mayo y ha comenzado el asedio de Huesca por Pedro I de Aragón. El gobernador musulmánoscense ha solicitado refuerzos a al-Mostain de Zaragoza, que no sólo aporta guerreros moros, sino que ha conseguido la ayuda del conde García Ordóñez de Nájera. El ejército que acude en ayuda de al-Mostain es tan numeroso que, al decir de las crónicas, los primeros musulmanes llegaban a Zuera cuando los últimos todavía estaban en Altabás, arrabal zaragozano.
Por su parte, en el campo cristiano había recalado, llegado desde Gascuña, el desterrado Fortún, con trescientos peones y diez cargas de mazas, que luego serían decisivas en la batalla.
Los contendientes, por fin, estuvieron frente a frente. Las fuerzas estaban muy igualadas, contando cada ejército con unos veinte mil guerreros, según un cronista árabe. El desenlace de la inminente batalla era, pues, incierto.
Fue entonces cuando —según el mismo cronista moro— Pedro I envió un espía al campo enemigo para que indagase el número de guerreros esforzados y de fama con los que contaba el ejército musulmán y que fuesen reconocidos como tales por los cristianos por sus proezas. A la vez, debía averiguar cuántos caudillos aragoneses eran conocidos por los musulmanes y cuántos de ellos estaban en el campamento cristiano en aquel momento.
Cuando regresó el espía, comunicó al rey que el número de caballeros sarracenos famosos ascendía a siete. Así es que hizo contar los hombres cristianos de valor que estaban en su campamento en aquellos instantes, alcanzando el número de ocho. La noticia hizo feliz al rey Pedro I, a quien se le oyó exclamar: «¡Oh, qué día tan fausto»!
El propio cronista musulmán nos relata el sentido de aquellas palabras, pues era creencia cierta que las batallas se ganaban no por el número total de contendientes que, por cierto, era semejante, sino por el número de guerreros sobresalientes con los que contaba cada ejército, de modo que aquel que aventajase al otro aunque solamente fuera en uno ganaría la contienda, como en este caso así sucedió.

[Ubieto, Antonio, Historia de Aragón: La formación territorial, págs. 122-124.]


http://estudiosmedievales.revistas.csic.es/index.php/estudiosmedievales/article/download/623/634

https://es.wikipedia.org/wiki/Garc%C3%ADa_Ord%C3%B3%C3%B1ez




Jornada cuarta. Novela tersera.

Cuarta jornada. Novela tersera.

Tres joves volen a tres germanes y en elles se fuguen a Creta. La mes gran, per sels, mate al seu amán. La segona, entregánse al duque de Creta, salve de la mort a la primera, pero lo seu amán la mate y fuch en la primera. Culpen de aixó al tersé amán en la tersera germana y a la presó u confessen y per temó a morí sobornen (corrompíxen en dinés) a la guardia, y, pobres, fugen a Rodas y a la pobresa allí se moren.
Filostrato, sentit lo final del novelá de Pampínea, se va quedá un poc encantat y después va di giránse cap an ella:
- Algo bo y que me ha agradat ha tingut lo final de la vostra novela, pero massa chalera y cachondeo ha tingut la historia, que haguera preferit que no tinguere.
Después, giránse cap a Laureta, va di:
- Siñora, seguíu vos en una milló, si es que pot sé.
Laureta, enriénsen, va di:
- Massa cruel estéu contra los amáns, si sol un mal final los dessicháu; y per a obeítos tos contaré una história sobre tres que van acabá mal, habén disfrutat poc del seu amor. Y dit aixó, va escomensá:
Joves siñores, com claramen podéu vore, tots los vissis poden tornás, en grandíssim doló, contra qui los té y moltes vegades contra datres; y entre los que en mes fluixes riendes a los nostres perills mos porte, me pareix que la ira es la que mes. La ira no es datra cosa que un impuls rápit y sense pensá, y desterrada tota raó y tenín los ulls de la men ombriosos per les tiniebles, en ardentíssima fogonada ensén lo nostre ánimo. Y encara que en frecuénsia li sobrevé al home, y mes a uns que a datres, no menos ha sobrevingut a les dones, perque mes fássilmen se ensén en elles y allí creme en flama mes clara y en menos freno les sacse.
Y no ña que maravillás de aixó: perque si volem mirá, vorem que lo seu foc per la seua naturalesa antes pren en les coses ligeres y suaves que en les dures y mes pesades; y natros som (no u tínguen a mal los homes) mes delicades del que u són ells, y mol mes volubles. Per lo que, veénmos naturalmén an aixó proclives, y mirán después cóm la nostra mansedumbre y benignidat són gran descáns per als homes en los que acostumbrem a tratá, y cóm la ira y la furia són de gran angustia y perill, per a que de ella en mes fort pit mos guardem, l´amor de tres joves y tres siñores, com hay dit abáns, convertit de felís que ere en mol infelís per la ira de una de elles, tos amostraré a la meua história.
Marsella está, com sabéu, a la Provença, es una nobilíssima y antiga siudat, situada a la vora del mar, y va sé abáns mes abundán en homes rics y en grans mercadés de lo que avui se veu; entre los que va ñabé un de nom N'Arnald Civada, home de naiximén lo mes baix possible pero de cla honor y leal viachán, sense mida ric en possesións y en dinés, y de la seua dona teníe mols fills entre los que ñabíen tres dones, y eren de mes edat que los atres que eren homes. De estes, dos, naixcudes de una bessonada, teníen quinse añs, la tersera ne teníe catorse; y los seus paréns sol esperaben per a casáles la tornada de N'Arnald, que en la seua mercansía sen habíe anat cap a España. Eren los noms de les dos primeres, Ninetta y Maddalena. La tersera se díe Bertella. De Ninetta estabe un jove, gentilhome encara que fore pobre, de nom Restagnone, enamorat tan com podíe, y la jove de ell; y de tal modo habíen sabut obrá que, sense que cap persona al món u sapiguere, disfrutaben del seu amor; y ya habíen chalat bastán tems cuan va passá que dos joves amics, Folco y Ughetto, morts sons pares y habén quedat riquíssims, la un de Maddalena y l´atre de Bertella se van enamorá. De lo que acatánsen Restagnone (habénli sigut mostrat per Ninetta) va pensá en ajudás en la seua falta de amor, y familiarissánse en ells, ara a un ara al atre, y a vegades als dos, los acompañabe a vore a les seues siñores y la de ell.
Y cuan li va pareixe sé prou familiar y amic seu, un día los va cridá a casa seua y los va di: - Mol volguts joves, lo nostre trate tos pot habé demostrat cuán es l´amor que tos ting y que per vatros faría lo mateix que per mí; y perque mol tos vull, tos mostraré lo que me ha vingut al ánimo, y vatros después en mí, juns, agarrarém lo partit que tos paregue milló. Vatros, si les vostres paraules no mentíxen, y per lo que en lo vostres comportamén de día y de nit me pareix habé entés, teníu un grandíssim amor per les dos joves que voléu, y yo per la tersera, san germana. Me demane lo cor trobá un dols y plassenté remei com es éste: vatros sou riquíssims, lo que no soc yo; si vullguéreu ajuntá les vostres riqueses y fém a mí lo tersé posseedó de elles jun en vatros y cavilá a quina part del món podríem aná a viure alegremen en elles, sense falta me diu lo cor que podré fé que les tres germanes, en gran part de lo que té son pare, vínguen en natros aon vullgám aná, y allí cada un en la seua com a germáns podrem viure com los homes mes felisos que ña en tot lo món. A vatros tos toque ara dessidí si voléu sé felisos fén aixó, o dixáu está.
Los dos joves, que anáen ensesos per les dos dones, al sentí que podríen tíndre a les dos dones, no van passá mol rato pensán, y van di que, si aixó passabe, estaben disposats a féu. Restagnone, en esta resposta de los joves, al cap de pocs díes se va trobá en Ninetta, a la que sol podíe vore en gran dificultat; y después de está en ella un tan, li va explicá lo que habíe parlat en los joves, y en moltes raóns la va intentá convénse de esta empresa. Pero poc difíssil li va sé, perque ella mol mes que ell dessichabe pugué está en ell sense sustos y ñirvis; per lo que de bona gana li va contestá que li pareixíe be y que les seues germanes, y sobre tot en aixó, faríen lo que ella vullguere.
Tornán Restagnone cap als dos joves, los va di que per part de les seues siñores lo assunto estabe dessidit; y entre ells van quedá anássen a Creta después de véndre algunes possesións que teníen, en la excusa de volé aná a comersiá en eixos dinés, y cambiades en dinés totes les demés coses que teníen, van comprá una saetíay la van armá en secreto, y van esperará la fecha pactada.
Per un atra part, Ninetta, que del dessich de les germanes massa sabíe, en dolses paraules les va inflamá que los va pareixíe que no viuríen prou per a arribá a fé alló. Per lo que, arribada la nit a la que teníen que embarcá a la saetía, les tres germanes, ubert un gran cofre de son pare, van traure de ell una gran cantidat de dinés y de joyes, y en elles, de casa les tres de amagatóns van eixí, segóns lo planejat, y van aná cap allí aon estaben los seus tres amáns que les esperaben. Van pujá a escape a la saetía, van "doná los reinos al aigua" y van marchá navegán, y sense parás un pun a cap puesto, en son demás de tarde van arribá a Génova, aon van pugué disfrutá los amáns del goch y plaé del seu amor per primera vegada. Y provínse de alló que nessessitaben van continuá lo viache, y de un port a un atre, antes de que arribare lo día vuit desde que van eixí, sense cap impedimén van arribá a Creta, aon van comprá grandíssimes y hermoses possesións, y mol prop de Candia van construí hermossíssimes mansións; y allí van escomensá a viure en mols criats, gossos, carn de ploma, caballs, y fen convits y festes y chalán tot lo que volíen, a guisa de baróns. Y vivín aixina, va passá que encara que les coses mol te agradon, si se tenen en massa cantidat cansen. Restagnone, que mol habíe vullgut a Ninetta, puguénla tíndre sense cap temó, va escomensá a cansás de ella, y a falláli l´amor per nella. A una festa li va agradá mol una jove del país, hermosa y noble Siñora, y la va escomensá a festejá, y a fé per nella mols gastos y festes, de lo que sen va acatá Ninetta, y li van entrá tans sels de ell que no podíe doná una passa sense que ella u sapiguere y sense que después lo renegare. Pero aixina com la abundánsia de les coses porte lo empach, se multiplique la gana cuan te neguen lo que dessiches: y aixina los renecs de Ninetta avivaben les flames del nou amor de Restagnone; y com passán lo tems la cosa va seguí pel mateix camí, Ninetta se va ficá mol triste, y li va assaltá la ira y a tan va víndre que, convertit l´amor que li teníe a Restagnone en odio amarg, segada per la ira, va pensá en matá a Restagnone y vengá la vergoña que li pareixíe habé patit. Va fé víndre a una agüela griega, gran mestra en escriure venenos, y en promeses y en regalos li va fé prepará un aigua venenosa, y sense aconsellás de dingú, una nit a ni va doná de beure a Restagnone que estabe acalorat y que no se barruntabe res. La forsa mortal de aquella aigua va sé tanta que abáns de arribá lo matí lo habíe matat. Esta mort la van sentí mol Folco, Ughetto y les seues dones, sense sabé que habíe mort envenenat. Van plorá juns en Ninetta y lo van enterrá. Pero va passá que no mols díes después, per un atra malvada acsió, va sé apresada la agüela que habíe preparat lo veneno, y entre atres maldats, al patí la tortura, va confesá, y va mostrá lo que habíe passat en Restagnone, per lo que lo duque de Creta, sense res di, de amagatóns una nit va aná pels voltáns de la vila de Folco, y sense cap abalot ni opossisió, se va emportá detinguda a Ninetta, de la que, sense cap tortura, ben pronte va sabé lo que volíe sentí sobre la mort de Restagnone.
Folco y Ughetto se van enterá per qué habíe sigut apresada Ninetta, lo que mol los va dóldre, y ficáen mol empeño en fé que Ninetta escapare al foc, al que creíen que siríe condenada, pero lo duque estabe firme en fé justíssia.
Maddalena, que ere una hermosa jove y habíe sigut festejada per lo duque sense habé fet may res del que ell volíe, creén que si li donabe lo gust podríe liberá a la germana del foc, lay va doná a enténdre per mich de un cauto embajadó, que ella estabe a les seus órdens si dos coses se seguíen de alló; la primera, que recuperare a san germana salva y libre; y l’atra, que alló fore cosa secreta. Lo duque, escoltada la embajada y agradánli, va considerá si teníe que féu y al final va está de acuerdo y va contestá que se faríe. Fen apresá, en consentimén de la Siñora, una nit a Folco y a Ughetto, va aná secretamen a albergás en Maddalena. Va ficá a Ninetta a dins de un sac y va di que aquella nit mateixa la aviaríe al aigua en una pedra lligada al coll. Lay va portá a san germana y per preu de aquella nit lay va doná, demanánli al anássen pel matí que aquella nit, que habíe sigut la primera del seu amor, no fore la radera. Pel matí, Folco y Ughetto, habíen sentit que Ninetta per la nit habíe sigut aviada al mar, y creénsu, una vegada liberats, van torná a casa per a consolá a les seues dones per la mort de la germana. Per mol que Maddalena se les va ingeniá en amagála, Folco sen va acatá de que estabe allí; de lo que se va extrañá mol y de repén va sospechá, perque habíe sentit que lo duque habíe festejat a Maddalena, y li va preguntá cóm podíe sé que Ninetta estiguere allí. Maddalena va cavilá una llarga fábula per a explicálay, pero ell (que ere malissiós) se la va creure ben poc, y la va apretá per a que diguere la verdat. Y ella, después de moltes paraules, lay va di.
Folco, vensut per lo doló, inflamat per la ira, va desenvainá una espasa, y la va matá, sense fé cas de los crits de mersé. Teménse la ira y la justíssia del duque, dixánla morta a la alcoba, sen va aná aon estabe Ninetta, y en la cara mol alegre, li va di:
- Anem allí aon tan germana ha determinat que te porta per a que no tornos a máns del duque.
Creénsu Ninetta, y com teníe temó del Duque, sen va aná en Folco, sense despedís de san germana. Sén ya de nit, se van ficá de camí, y en los dinés que Folco va pugué agarrá, que van sé pocs; sen van aná cap al port, van pujá a una barca y may mes se va sabé aón van arribá. Al día siguién se van trobá a Maddalena morta, y van ñabé algúns que per la enveja y odio que li teníen a Ughetto, rápidamen lay van fé sabé al duque, y ell, que mol volíe a Maddalena, corrén fogosamen cap a la casa, va detíndre a Ughetto y a la seua dona, que de estes coses encara no sabíen res, y los va fé confesá que ells y Folco habíen sigut los culpables de la mort de Maddalena. Per esta falsa confessió, ells, teménse la mort, en gran habilidat a qui los guardaben van soborná, donánlos una serta cantidat de dinés que teníen amagats a casa per a un cas mol nessessari: y jun en los guardies, sense tíndre tems de agarrá cap de les seues coses, van pujá a una barca, y de nit se van escapá a Rodas, aon van viure a la miseria no mol tems.
Pos an este estat los va portá a tots lo loco amor de Restagnone y la ira de Ninetta.

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