Numerosos personajes públicos han sido presos de su propia imagen. De sobras conocido es el caso de Pablo iglesias, que batalló con su asesor de imagen por cortarse la coleta y la única concesión que se le permitió fué quitarse el pendiente.
Albert Rivera también libra su propia batalla por la corbata (ese accesorio cuya utilidad aún es objeto de investigación), que se quita y se pone según se levante más centroderechista o crentroizquierdista.
Pero es que el atractivo del inquilino de Waterloo es innegable para buena parte de sus seguidores y seguidoras.
Muchos opinan que esa cicatriz a lo Harrison Ford es lo que le confiere carácter, pero el misterio que oculta el color de sus ojos es lo que vuelve locas a la mayoría de sus fans, que tuitean enardecidas "guapo.. guapo..", elogiando lo que parece ser su rasgo definitorio.
Sin embargo, ese rasgo parece haberse convertido ya en uno de sus principales inconvenientes. El diseñador de las papeletas electorales de su partido sufrió un ataque de ansiedad cuando conoció que se iba a usar como logotipo un retrato a lápiz del propio líder. Además, según su jefe de seguridad, "Puigdemontlleva casi dos años viviendo en el palacete y aún no se lo conoce", pues como asevera "cuando Inés Arrimadas fué a visitarle es falso que no quisiera recibirla, es que no encontró la puerta, y eso que yo mismo se la abrí".
Sin embargo parece ser que el fugado está adaptándose a esta discapacidad, pues como dice también su jefe de seguridad, "ahora ha aprendido a moverse siguiendo las baldosas, que cambian de habitación en habitación y que puede ver perfectamente".