El abuelo de Puigdemont se refugió en la Sierra de Cádiz huyendo de los comunistas.
El Archivo Histórico Provincial descubre el asilo en Benaocaz de Francisco Puigdemont con su cuñado, párroco de la iglesia del pueblo.
En una circular fechada el 14 de noviembre de 1938 se refleja su presencia como refugiado procedente de la zona roja.
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Carlos Puigdemont, el 'molt honorable president' de la Generalitat de Cataluña, carga sobre sus espaldas con un pasado familiar reflejo de esta España heterogénea.
El principal instigador de la independencia de su región enraíza con el oriente andaluz, con Jaén y Almería, origen de su abuela materna Manuela Ruiz Toledo. Carlos Casamajó, su abuelo, su «referente» y de quien hereda el nombre como homenaje, se enamoró de esta sureña muchos años antes de que se perdiera su pista en un campo de concentración para republicanos en Noé, cerca de Toulouse. Pero el 'president' también tenía su abuelo paterno, quien bajó por necesidad al sur aunque por motivos radicalmente opuestos.
Francisco Puigdemont Padrosa regentaba una pastelería familiar en Amer (Girona), hogar y lugar de nacimiento de Carlos en el 62. Francisco, de profundas convicciones religiosas (su hijo Josep le recordaba llorando cuando quemaron la iglesia de Santa María), tuvo que huir de la zona roja evitando así luchar a favor de los republicanos.
En un primer instante, dio el salto a Francia, donde le retuvieron y mandaron de vuelta a España. / Como tendrían que hacer con Carlos / Entonces, como han descubierto los investigadores del Archivo Histórico Provincial de Cádiz, Francisco Puigdemont varió abruptamente su trayectoria para refugiarse en la sierra gaditana junto a su cuñado, el cura Juan Oliveras Galcerán, hermano de su mujer.
Esta nueva pieza de la historia se cimenta en una circular del alcalde de Benaocaz, el pueblo que dio asilo al abuelo del 'President'y a su tío-abuelo en su huida de los comunistas. El regidor José María Aragón envía este escrito al gobernador civil para informarle de los refugiados que se encontraban hospedados en su localidad, sólo ellos dos, además de señalar que los gastos de manutención los sufragaba su 'hermano político', que ocupaba el cargo de párroco de la iglesia benaocaceña.
La misiva viene fechada del 14 de noviembre de 1938 y corresponde a un fondo de la junta provincial de beneficencia, un organismo que controlaba las obras benéficas ya desde el siglo XIX. Una formalidad burocrática para mantener el control sobre los refugiados en la zona nacional y que ha desvelado la presencia de Francisco Puigdemont en la Sierra de Cádiz. El abuelo fue destinado poco tiempo después a un penal de Burgos, donde se encargaría de suministrar alimentos a los por entonces 'enemigos rojos', y en 1940 regresaba a su pastelería en Amer. Volvía a su tierra con dos uniformes negros de la Falange, que regaló a dos de sus hijos: Josep (11 años) y Xavier (12), el padre de Carlos Puigdemont. Este último, que nacería 22 años después, se convertiría en un crítico acérrimo del franquismo y en el principal impulsor de la ruptura con España. Pero esta historia aun está por escribir.