dimecres, 20 de juny del 2018

Quera


quera, querat, querada, carcoma, corcó, corcat, imache del grupo tradizións y paroletas a facebook

  quera, querat, querada, carcoma, corcó, corcat

https://an.m.wikipedia.org/wiki/Calamón


corcadura , quera ,

calamón (puet estar que d'o latín <CHALARE, «calar» u «dentrar l'augua en un cuerpo») ye a forma de descomposición propia d'as materias vechetals en a qual i chugan un paper muit important os fongos de tipo floridura, que forman macas evidents a simple envista.
A calamón amaneix en as materias vechetals tovas exposadas a la humedat, como a follarasca en o suelo, u a hierba y a palla que s'almagazena en contacto con o suelo u con as paretz humedas, causando perdugas a la suya qualidat. O verbo que fa referencia a l'acción d'amaneixer-le calamón a un producto ye «calamonar-se» u «acalamonar-se».
Follarasca calamonada.
Follarasca calamonada.

rentat de cervell , lavado de cerebro


Cerebro Matic 2018 Catalunya


La Real Academia no se anda con ambages ni remilgos a la hora de definir qué es un lavado de cerebro: “Modificar profundamente las ideas y creencias de una persona aplicándole técnicas de manipulación psicológica”. Eso sí: se queda corta porque no habla de los que tienen la consciencia en blanco, es decir de los bebés y de los niños, en resumidas cuentas, de aquéllos que son campo trillado para los fascistoides que quieren imponer sus pensamientos al prójimo de manera espuria.
Cataluña no es una sociedad enferma porque muchísimos padres se ponen las pilas contraprogramando a los niños que llegan a casa destilando odio contra todo lo que huela a España, desinformados, desnortados y con un concepto de la Historia y la Geografía que pondría los pelos de punta a Ortega o Marañón y no digamos al gran José Antonio Marina. Pero para mí constituye ya un dogma de fe el sectarismo y el fanatismo inoculado a cientos de miles de catalanes.
A mí no me van a contar de qué hablo porque lo padecí con mi hijo mayor en la cada vez más catalanizada Baleares. Fue al mejor colegio de Palma, los primeros años no tuvo problemas, pero cuando ya sobrepasaba ese umbral vital que es el uso de razón le cayó en desgracia una profesora nacionalista, más pija que Snoopy (hablaba en español como Rita Maestre) pero nacionalista. Cuál sería mi sorpresa cuando un día me espetó en ese paraíso a tiro de piedra de Palma que es Illetas:

- Papá, ya sé contar—.
—A ver…—.



Un, dos, tres, quatre, cinc, sis, set, vuit…—.
Cuando mi estupefacción estaba en la estratosfera, una nueva arremetida del imberbe la disparó al fin del universo:
—Y también he aprendido los colores—.
—No te los sabes—, le chinché.
—Claro que sí: blanc, negre, vermell, verd, groc…—.
Monté un educadísimo pollo que no lo superaría ni un lord inglés pero dio igual porque el Decreto de Mínimos (la Ley Lingüística del corrupto Matas) obligaba a impartir “al menos” el 50% de las clases en catalán, que no en mallorquín. O sea, que podías reducir el español a un 10% como, de hecho, hacían numerosas escuelas. Manda huevos lo principal y lo accesorio. Han pasado 12 años de aquella desagradable anécdota y en las urnas ya se nota cómo el machaque en muchas aulas va haciendo efecto. Cada vez son más por culpa de una presidenta de Baleares, Francina Armengol, que es una independentista travestida de socialista. Me parece tan de recibo que se enseñe catalán en Cataluña (sólo faltaría) y mallorquín en Mallorca como indignante que se prive a los padres de elegir en qué lengua se educan esencialmente sus descendientes. Es de coña que lo elija el presidentusco o presidentoida de turno y no quienes gozan de su patria potestad.
Lo de Cataluña es fascismo puro. Y duro. Y repugnante. Y anormalizante. Para que comprendan la dimensión del problema les formularé una sencilla pregunta. ¿Cuántos chicos y chicas cursan Educación Infantil, Primaria, Secundaria y Universitaria en Cataluña? Cualquiera de ustedes se echará a temblar en milésimas de segundo cuando les facilite el dato: 1.548.279 (últimas cifras facilitadas por la Generalitat).
Ergo, hay millón y medio de muchachos y muchachas que cada día escuchan, más explícita que implícitamente, que Cataluña no es España, consecuentemente, que es una nación, que la Guerra de Sucesión de 1714 entre borbones y austrias fue una Guerra de Secesión, que España nos roba, que Companys fue un mártir y no el asesino de 8.000 conciudadanos, que este sujeto nauseabundo es el padre de la patria, amén de una suerte de indisimulados elogios al mayor delincuente político de Europa Occidental, Jordi Pujol Soley.
Los niños conocen como nadie los ríos, las montañas y las ciudades de Cataluña pero no tienen pajolera idea de qué coño es eso de la Reconquista, las Cortes de Cádiz o quién es un tal Diego Velázquez. Los Reyes Católicos, sí, aunque parcialmente. Allí se les inocula que Cataluña era un reino con Fernando de Aragón olvidando que no pasó de condado. De la lectura y la escritura en español ni hablamos porque son dos horas semanales. Consecuencia: buena parte de los alumnos le meten más bofetadas al Diccionario que Mike Tyson a sus incautos rivales. Los más son cuasianalfabetos funcionales a la hora de redactar un texto en la lengua de Cervantes, Quevedo, Pedro Calderón, Machado, García Lorca, Juan Ramón Jiménez, Cela, García Márquez, Vargas Llosa o Rulfo, Eduardo Mendoza, entre otros muchos genios y premios Nobel. Por cierto: un idioma que hablan 600 millones de personas en todo el mundo y que te puede permitir circular sin perderte en la traducción por ciudades como Nueva York, Los Ángeles y no digamos ya Miami.

La imagen del miércoles pasado en una autopista vale más que mil palabras. Cinco niños, el mayor de los cuales no tendría más de tres o cuatro años, el más pequeño de meses, sentados en medio de la vía cortando el tráfico con un cartel por bandera en el que se pedía la libertad de dos jordis delincuentes: Sánchez y Cuixart. ¿Se puede estar más enfermos que los malnacidos de sus padres? La escena era calcadita a las del nazismo, el comunismo, el chavismo o a las que nos llegan a diario de la Corea del Norte del asesino Kim Jong-un. Una demencia. En cualquier país normal a los progenitores les habrían retirado ya la guarda y custodia de los menores. Por enfermos mentales.
¿Por qué se quedó el dictador democrático Jordi Pujol la Educación? Pues porque es tan listo como golfo, es decir, porque es listísimo. Y a una mente privilegiada para el mal como la suya no se le escapaba que el que controla la Educación, controla el futuro. Y no a corto o medio plazo sino durante generaciones. Dominar la lengua vehicular es tanto como dominar a tu antojo a un ser humano. No olvidemos que es aquella en la que los imberbes aprenden a pensar. De ahí a convertirlos en esclavos mentales de una causa no media precisamente un abismo.
El lavado de cerebro en las aulas es propio de las peores satrapías. Y como he subrayado hasta la saciedad, las tiranías pueden surgir de varias maneras: con la prototípica, un golpe de Estado, o tras unas elecciones impecablemente democráticas. Llegas, ves, vences en buena lid y cambias las normas como te salga del arco del triunfo. Eso sí: siempre en nombre de la libertad y la democracia para, poco a poco, dejar reducida la libertad a la condición de papel mojado. Hitler, Chávez, Maduro o Putin son algunos acollonantes ejemplos. Y, aunque algunos lo nieguen mientras les crece pinochescamente la napia, no hay peor ciego que el que no quiere ver, también el ladronísimo Pujol.
El lavado de cerebro tiene como fin último perpetuar sine die el régimen en el poder. Que los gobernados no sepan diferenciar entre el bien y el mal, que no discriminen, que sean súbditos y no ciudadanos, vamos, que desde arriba los muevan como títeres, incluído Juaquín Torra. Cuando algún indocumentado o sectario madrileño de tres al cuarto argumenta en TV que con Rajoy se ha disparado el número de independentistas (el presidente tiene la culpa hasta del asesinato de Kennedy, lo debió de matar con ocho años), yo le contraargumento con varias y poderosas razones: en el País Vasco han caído a plomo y en Cataluña hay más como consecuencia de la involución educativa iniciada por el pujolismo en 1983. Treinta y cuatro años de programación cerebral han provocado que donde antes había un millón de separatistas ahora haya dos. Dos millones que, tampoco nos volvamos locos, son muchos en términos absolutos pero no tantos si lo analizamos con proporcionalidad: el 27% de la población. Que es tanto como sostener, sin manipulación alguna, que el 27% de los catalanes quiere imponer sus redaños al 73% restante. Flipante. Eso sólo ocurre en las dictaduras.
De aquellos polvos vienen estos lodos. Cuando debates con independentistas catalanes te percatas en cuestión de segundos que están todos cortados por el mismo patrón e irreversiblemente fanatizados. Mismas cantinelas, mismos términos, mismos lugares comunes y cero lugar para la autocrítica. Les escucho perorar sobre los “presos políticos”, sobre “la dictadura que se padece en España”, llamar “golpe de Estado” al 155 y no a Puigdemont y cía, sostenella y no enmendalla con “la histórica nación catalana”, soltar que “TV3 es una televisión libre”, identificar a la España de Rajoy con la de Franco y quedarse tan panchos y negar la mayor, que no es otra que el tan indiscriminado como psicopático adoctrinamiento en las aulas.


boadella

Tengo tan claro esto como que la mayoría natural de Cataluña, esa mayoría silenciosa a la par que atemorizada, está cero fanatizada. Lo compruebo cada vez que piso la tierra de mis dos abuelas. Todo el mundo, insisto todo el mundo, me trata de maravilla, jamás he visto una mala cara, siempre todo es amabilidad, educación y seny. Miento, una vez sí me insultaron: fue un pijo a bordo de un Q7 de 100.000 euros perfectamente trajeado y aconteció en la parte alta de Barcelona. El problema es que de las escuelas salen más chicos y chicas programados que librepensadores. Y eso a medio y largo plazo es un desastre en términos intelectuales, constitucionales, históricos y sociológicos. Cuando tú, señor Estado, has dejado el terreno de juego entero al enemigo durante 37 años lo normal es que tardes otros tantos en darle la vuelta a la tortilla. El caso es que si continúa el achique de espacios por parte del independentismo durante 15 más, la segunda nación más antigua de Europa (España) pasará a la historia.


rentat de cervell , lavado de cerebro

Por eso se me despierta la ternura cuando escucho las palabras de optimismo ante el 21-D del Gobierno, del PP, de la imparable Arrimadas, del valiente Albiol o del genial Iceta. Para empezar, porque el lenguaje no verbal no acompaña, su cara suele ser un poema. Y, para terminar, porque mientras no se termine con la pacífica violencia (no hay peor intimidación que la que se ejecuta con las leyes y no con las porras) que padecen los constitucionalistas, mientras TV3 continúe falsificando el pasado, el presente y el futuro y mientras en las escuelas y en la universidad se lave el cerebro, NO HAY NADA QUE HACER. Ojalá me equivoque y veamos a Arrimadas de presidenta el penúltimo jueves del año. Me temo que la vida seguirá igual. Ellos actuando las 24 horas contra España y nosotros contemporizando. Los tahúres golpistas jugando con cartas marcadas y los demócratas sin trampa ni cartón. Ellos adoctrinando hasta la náusea y nosotros haciéndoles el juego por aquello de la corrección política, como cuando algunos prohombres madrileños hablan gilipollescamente de “Girona” o “Lleida” olvidando que en castellano es “Gerona” y “Lérida”. Si Orwell resucitase, escribiría sin solución de continuidad un libro recordando su mítico 1984 o ese Mundo Feliz de Huxley. Sobra decir que se titularía Cataluña 2017.

Pompeyo Pompeu Fabra

A los chavales les hacen pronunciar "reials" cuando en textos oficiales catalanes del 1663 ponían -reals. Ocurrencias de un químico por diferenciarse del español.

Reportori de les crides reals



Ocurrencias de un químico por diferenciarse del español. Pompeyo Fabra

https://rafaeldelmorall.wordpress.com/



Pompeyo, Pompeu, Fabra


Pido perdón a quienes se sientan banderilleados al leer Pompeyo y no Pompeu como esperarían. Me atengo aquí a las normas estrictas del uso de las lenguas cuando disponen de antropónimos, topónimos y glotónimos propios. (Glotónimos, para los educados en la LOGSE, nombres de lenguas).

gramàtica, valencià, català



Si el catalán antiguo vivió, especialmente bajo el nombre de valenciano, la edad dorada de su literatura, malvivió luego somnoliento, unos tres siglos, y revive en segundo periodo de brillantez para responder a los movimientos románticos, y en el siglo XX para la proyección de la lengua en tres claros periodos. En el primer tercio del siglo, hasta la Guerra civil, abundan instituciones, publicaciones y centros de difusión. En el segundo, otra vez por la acción de los ejércitos, sufre un periodo de oscuridad que no afecta a la transmisión generacional a través de la familia. En el tercero generaliza y expande su uso en una seria apuesta por recuperar la vitalidad que tuvo en la Edad Media, época en que dispuso de dos privilegios que, una vez perdidos, son difíciles de recuperar: el monolingüismo de sus hablantes y la riqueza literaria (aquí me refiero al valenciano, claro).

Un solo catalanohablante, a quien podríamos nombrar continuador del legendario Raimundo Lulio, se responsabilizó de la normalización del catalán de Cataluña. Fue el ingeniero industrial y filólogo de vocación Pompeyo (con perdón) Fabra i Poch (1868-1948). Con solo veintitrés años publicó en castellano su Ensayo de gramática de catalán moderno donde describía por vez primera la lengua hablada con una cuidada y precisa transcripción fonética digna de todo elogio. Desde entonces y hasta su muerte, que le llegó en el exilio, se dedicó al estudio filológico de su lengua materna y consiguió rescatarla del abandono. Fabra actualizó la ortografía y llevó a tal extremo su empeño que fue capaz de completar y cerrar el proceso.
Inició su trayectoria, tan lúcida, cuando intervino, en 1906, en el I Congrés Internacional de la llengua catalana con una comunicación sobre fonética y ortografía. Su trabajo de investigación reforzó tanto su prestigio que fue elegido para dirigir la normativització lingüística. Y para cumplir con fines tan cabales se creó en 1907 el Institut d’estudis cagaláns, que propicia la aparición, en 1912, de la Gramática de la lengua catalana. Esta primera y seria descripción normativa fue redactada por Fabra, digámoslo por rigor histórico, en lengua española.


En 1913 aparecieron las Normes ortogràfiques que desataron, como siempre con estos asuntos, tantas adhesiones como rechazos, y que fueron completadas en 1917 en el Diccionari ortogràfic. Uno de los puntos enfrentados de aquella norma de escritura se refería a los criterios para reflejar la pronunciación dialectal, escorada del castellano a diferencia del acercamiento del valenciano. Pero las ortografías son discutidas mientras son novedosas. Una vez asentadas toman solera y vuelven a ser clásicas. Es evidente que en la solución para la eñe eligió una combinación poco razonable: Catalunya, y no Cataluña. A los gallegos no les pareció incorrecto usar la eñe castellana.


las batallas de la ñ, Rafael del Moral

Con la adopción como oficial de la gramática en 1918 se inicia una etapa que culmina en 1932 con el Diccionari general de la llengua catalana, popularmente conocido como el Fabra, y también con el Curs mitjà de gramàtica catalana, pensado especialmente para los escolares y germen de futuros y bien aprovechados usos. Aquel mismo año el filólogo accede, con el brillante currículo de su prestigio, a la Cátedra de lengua catalana de la Universidad de Barcelona.


Eran firmes y progresivos los pasos incluso cuando en el periodo del general Primo de Rivera (1923-1930) pidió el dictador a los hablantes regionales que difundieran la lengua predominante «como único medio eficaz de ensanchar y fortalecer la base racial y espiritual de la España grande».


En el periodo de la Segunda República (1931-1939) Cataluña recuperó buena parte de sus instituciones, o al menos dos importantes: la Generalitat, y el estatus de lengua oficial para el catalán. La constitución de 1931 señalaba en su artículo cuarto: «…a nadie se le podrá exigir el conocimiento ni el uso de ninguna lengua regional». Y añadía en el cincuenta:

«Es obligatorio el uso de la lengua castellana y ésta se utilizará también en todos los Centros de instrucción primaria y secundaria de las regiones autónomas».
Vivió Fabra su exilio a partir de 1939 en Francia, donde murió seis años después en Prada de Conflent, cerca de la frontera con la Cataluña del sur ? / norte . 66500 Prades /
La historia de la lengua catalana transcurre en tres etapas: la monolingüe, la ambilingüe y otra muy reciente, la de la ruptura en Cataluña.
El periodo monolingüe se extiende desde las más antiguas muestras de identidad hasta los inicios del siglo XVI. Durante esa etapa medieval de algo más de tres siglos el catalán es lengua única y habitual de sus hablantes, y desarrolla en Valencia, donde es llamado valenciano, una literatura que ocupa un lugar de privilegio entre las grandes de la humanidad.
El periodo ambilingüe abarca los cinco siglos siguientes, y se inicia cuando la vitalidad de la lengua se desvanece porque sus hablantes, que pertenecen a la corona de Castilla, se apropian del castellano, lengua imperial, para el uso habitual de la comunicación. La lengua del imperio eclipsa también al valenciano, gallego, vasco, asturiano y aragonés. De la misma manera el latín había oscurecido a las lenguas mediterráneas de la antigüedad; y el toscano, hoy más conocido como italiano, por la misma época, a las docenas de lenguas de la península itálica. El proceso no esconde violencia ni imposición. Son los hablantes quienes se apropian de una lengua que les resulta útil. Un caso más reciente lo encontramos en la India y la adopción del inglés. Desde entonces, y hasta ahora, el catalán y las otras lenguas hispánicas viven su periodo de observación del mundo compartido con el castellano, que se instala en la cotidianeidad con la misma naturalidad que las lenguas maternas, es decir, sin esfuerzo alguno, con toda llaneza y sencillez, sin tapujos.
El periodo de ruptura se inicia a principios de los años 1980 cuando España se divide para su administración en diecisiete autonomías. Buena parte de las competencias se concedieron a las regiones, y éstas desarrollaron sus propias leyes. Fue entonces cuando los poderes públicos autonómicos, en un paradójico intento de identificación, señalaron como lenguas propias de Cataluña, del País Vasco y de Galicia al catalán, gallego y vasco, respectivamente. Un embarazoso error, en mi opinión, porque faltó considerar que mucho más propio de los citados territorios es el español, lengua también propia o materna de sus hablantes, asentada durante más de treinta generaciones.
Los poderes públicos regionales, con normativas favorables a las lenguas minoritarias, dictaron leyes que debilitaron las normas elementales de respeto y convivencia, y que en Cataluña condicionaron la libertad de quienes solo hablan castellano, que son mayoría en esa y en todas las demarcaciones hispánicas.
Pero el caso del catalán de Cataluña se hizo más complejo. Veamos las razones.
Se habla catalán o valenciano o balear, que así pueden llamar sus hablantes a la lengua, en los siguientes territorios administrativos:
  1. La ciudad de Alger en la isla italiana de Cerdeña, donde sus hablantes pueden llamarlo alguerés
  2. El territorio francés del Rosellón donde la ciudad más poblada es Perpiñán.
  3. El Principado de Andorra, donde convive con el francés y el español, pero tampoco cuenta con hablantes monolingües.
  4. La Comunidad Autónoma de Aragón
  5. La Comunidad Autónoma de Cataluña donde la ciudad más poblada es Barchinona.
  6. La Comunidad Autónoma de las Islas Baleares donde sus variedades pueden recibir el nombre de malloquí, menorquí o ibicenco.
  7. La Comunidad Autónoma de Valencia, donde recibe el nombre de valenciano.
  8. Y la Comunidad Autónoma de Murcia, donde es también llamado valenciano.
Durante unos cinco siglos los hablantes de catalán-valenciano-balear lo han sido también de italiano, francés o español como lengua complementaria. Pero en las últimas décadas un sector de los hablantes ambilingües de Cataluña, y solo ellos, reivindican su lengua, desde el poder, como única en su dominio autonómico. Para ello han tomado medidas para frenar y eclipsar la presencia del español, que pueden resumirse en las siguientes:
– Desaparición como lengua vehicular en la enseñanza. En Cataluña se puede estudiar en francés, en inglés, en italiano o en alemán, pero no en castellano.
– Prohibición de su uso en la administración (consultas, folletos, documentos, impresos, correspondencia, indicaciones de tráfico…).
– Ausencia del castellano en tantas cuantas indicaciones públicas se esparcen por el territorio ambilingüe.
– Prohibición de rotular en castellano, única lengua que llega a todos los hablantes, y sanción económica a quienes lo hacen. Las otras lenguas del mundo, sin embargo, están autorizadas.
Necesitaríamos una estadística que mostrara con transparencia cuántos son los catalanes monolingües y cuántos los ambilingües, pero ese es el secreto mejor guardado. Para enmascararlo, no se pregunta en las encuestas por la lengua materna o propia de los hablantes, sino por si entiende, lee, habla o escribe, que es la mejor manera de confundir los resultados. Es sabido que mostramos una tendencia natural a engrandecer nuestros conocimientos, y mucho más en lo que se refiere al de las lenguas cuando nadie ha de comprobarlo. De esa manera la implicación del ciudadano con el catalán es, como cabría esperar, casi absoluta. La misma encuesta en Extremadura, donde el estudio de una lengua extranjera es obligatorio en todos los centros de enseñanza, podría deducir que el ochenta por ciento de los jóvenes extremeños leen, entienden, hablan o escriben en inglés.
Los catalanes monolingües, especialmente los jóvenes, imposibilitados para cursar estudios en castellano, lo hacen en catalán y se protegen, si lo desean, con la consigna que el gobierno regional ha dictado de manera subrepticia, que conocer dos lenguas es un bien, por lo tanto nosotros somos más que el resto de españoles, pues ellos solo hablan una. La demagógica consigna oculta lo innecesario de obligar a una comunicación en la lengua menos útil, y sobre todo la privación de un bien inalienable: la libertar para elegir la lengua en que uno quiere formarse.
El catalán de Cataluña, que no el hablado en las otras siete demarcaciones administrativas, se alza así como una lengua que pretende erradicar al español de su territorio, aunque el español sea el único idioma común de los catalanes. Es fácil encontrar museos o exposiciones donde, ajenos a los más elementales principios de respeto a la lengua materna, se usa el catalán y el inglés, y no el español. Cuando visité hace unos años la exposición de los Guerreros de terracota de Xian, un video en catalán se proyectó de manera obligada para los visitantes, mayoritariamente españoles de distintas procedencias, aunque, eso sí, con subtítulos en inglés.
No añadiré, por innecesario, que el conflicto no se repite en ninguna de las otras legislaciones europeas sobre la presencia de lenguas minoritarias en sus territorios.
DOMINIOS AMBILINGÜES DEL CATALÁN-VALENCIANO
TerritorioPaísPoblaciónHablantes ambilingüesLengua principalPolítica
Lingüística
CataluñaEsp7.500.0002.700.000españolImposición del catalán. Eclipse imposible del castellano.
ValenciaEsp5.000.0002.000.000españolLibre elección de la lengua de enseñanza
BalearesEsp1.120.000400.000españolVariaciones según el gobierno regional.
RosellónFra450.00035.000francésSin política lingüística. Iniciativas municipales para el catalán.
AragónEsp1.300.00033.000españolSin política lingüística. Los hablantes no la solicitan
AndorraAnd77.00026.000esp/fraTres lenguas habituales. Libertad de elección.
AlguerIta 44.0008.000italianoSin política lingüística.
MurciaEsp1.500.000350españolSin política lingüística.
TOTAL16.991.0005.169.350
Diremos, para resumir, que las lenguas propias de Cataluña son,  desde el siglo XVI, dos, el catalán y el castellano. Desde entonces los grandes escritores de Cataluña suelen elegir, pues poseen ambas con igual destreza, el castellano. Si en el pasado hubo hablantes monolingües de catalán, hoy ya no existen. Los monolingües de castellano superan, como hemos dicho, a los ambilingües, pero las políticas lingüistas, sin embargo, se conciben como si solo existiera una lengua propia en Cataluña, el catalán.
Se ha instalado la moda, incentivada por las clases políticas, de expresarse en catalán sin tener en cuenta la lengua del interlocutor porque los nacionalistas exaltados han decidido, en falsa reciprocidad, que los hablantes monolingües deben entenderlos como ellos entienden el castellano. El ningún otro momento de la historia de la humanidad se ha desarrollado, a mi entender, tanta irracionalidad en las políticas lingüísticas.
Y se expresan algunos hablantes con tal ligereza y arrogancia que empieza a ser educado en Cataluña humillar a los monolingües. Y ha llegado a tal extremo la exigencia que resulta obligatorio mostrar conocimientos de catalán en distintos grados, aunque los ambilingües sean minoritarios. De cualquier manera, y en contra de todo principio elemental de convivencia, se impone en muchos ambientes por iniciativa del grupo más fuerte la lengua menos útil.